“Las personas con discapacidad son aquellas que tienen deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, pueden impedir su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con las demás “**.</i
La discapacidad forma parte de la condición humana. Casi todo el mundo sufrirá una discapacidad temporal o permanente en algún momento de su vida, y los que sobreviven hasta la vejez experimentarán crecientes dificultades de funcionamiento. Todas las épocas se han enfrentado a la cuestión moral y política de cómo incluir y apoyar mejor a las personas con discapacidad.
Esta cuestión se agudizará a medida que la demografía de las sociedades cambie y más personas lleguen a una edad avanzada
“” Art.1 Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD, 2006)
Las respuestas a la discapacidad han cambiado desde la década de 1970, impulsadas en gran medida por la autoorganización de las personas con discapacidad y por la creciente tendencia a considerar la discapacidad como una cuestión de derechos humanos.
La transición de una perspectiva individual y médica a una perspectiva estructural y social se ha descrito como el paso de un “modelo médico” a un “modelo social”.
Se dice que el primer modelo es “determinista”, ya que sugiere que una deficiencia sólo reduce las oportunidades y opciones vitales de una persona, que es vista simplemente como un receptor pasivo de tratamiento. La teoría del etiquetado (Becker, 1963) sugiere que la sociedad establece normas que las personas siguen para ser aceptadas. Estas normas pueden incluir mandatos bastante sutiles y la persona única puede quedar subsumida bajo la etiqueta maestra de su deficiencia, para la que el modelo médico le proporciona una etiqueta ya hecha.
Por otro lado, el modelo social sugiere que las personas con deficiencias están realmente discapacitadas por la forma en que actúa la sociedad. Todas las personas son únicas y diferentes entre sí, todas las personas tienen circunstancias únicas que deben ser tratadas por la sociedad en la que viven. Algunas personas nacen con (o desarrollan) una deficiencia, y si la sociedad no satisface sus necesidades, están siendo discapacitadas por las decisiones y actitudes de la sociedad.
La política se ha orientado hacia la inclusión comunitaria y educativa, y las soluciones centradas en la medicina han dado paso a enfoques más interactivos que reconocen que las personas son discapacitadas por factores ambientales, además de por sus cuerpos.
El preámbulo de la CDPD (Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad) reconoce que la discapacidad es “un concepto que evoluciona”, pero también subraya que “la discapacidad resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.
Definir la discapacidad como una interacción significa que la “discapacidad” no es un atributo de la persona. Se puede avanzar en la mejora de la participación social abordando las barreras que dificultan a las personas con discapacidad en su vida cotidiana.
La Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF), desarrollada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entiende el funcionamiento y la discapacidad como una interacción dinámica entre las condiciones de salud y los factores contextuales, tanto personales como ambientales.
Promovido como un “modelo bio-psico-social“, representa un compromiso factible entre los modelos médicos y sociales.
La discapacidad es el término que engloba las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación, y se refiere a los aspectos negativos de la interacción entre un individuo (con una condición de salud) y los factores contextuales de ese individuo (factores ambientales y personales).